Antes de definir qué es la asertividad, recuerda algo importante: Ser asertivo o asertiva ¡¡se aprende!!
Por tanto, tengas más una tendencia u otra, puedes modificarla con paciencia.
La persona asertiva presenta una serie de pensamientos, emociones y conductas típicas que podemos resumir así:
• Se conoce a sí misma y suele ser consciente de lo que siente y de lo que desea en cada momento.
• Se acepta incondicionalmente, sin que ello dependa de sus logros ni de la aceptación de los demás. Por eso, cuando gana o pierde, cuando obtiene un éxito o cuando no consigue sus objetivos, conserva siempre su propio respeto y dignidad.
• Sabe comprender y manejar adecuadamente sus sentimientos y los de los demás. Por tanto, no experimenta más ansiedad de la conveniente en sus relaciones interpersonales y es capaz de afrontar serenamente los conflictos, los fracasos o los éxitos.
• No exige las cosas que quiere, pero tampoco se autoengaña pensando que no le importan.
• Acepta sus limitaciones de cualquier tipo pero, al mismo tiempo, lucha con todas sus fuerzas por realizar sus posibilidades.
• Se mantiene fiel a sí misma en cualquier circunstancia y se siente responsable de su vida y de sus emociones. Por tanto, mantiene una actitud activa, esforzándose en conseguir sus objetivos.
• Como tiende a conocerse y aceptarse a sí misma y a expresar lo que piensa, quiere y siente, suele dar una imagen de persona congruente y auténtica.
• Se respeta y valora a sí misma y a los demás. Así, es capaz de expresar y defender sus derechos, respetando al mismo tiempo los derechos de los demás.
• Puede comunicarse con personas de todos los niveles: amigos, familiares y extraños, y esta comunicación tiende a ser abierta, directa, franca y adecuada.
• Elige, en lo posible, a las personas que le rodean y, en forma amable pero firme, determina quiénes son sus amigos y quiénes no.
• Suele expresar adecuadamente sus opiniones, deseos y sentimientos en vez de esperar a que los demás los adivinen.
¿Tiendes a la inhibición-pasividad?
La inhibición es un tipo de comportamiento no-asertivo caracterizado por la sumisión, la pasividad, el retraimiento y la tendencia a adaptarse excesivamente a las reglas externas o a los deseos de los demás, sin tener suficientemente en cuenta los propios intereses, sentimientos, derechos, opiniones y deseos.
Las personas inhibidas tienden a pensar, sentir y actuar de las formas siguientes:
• No expresan lo que sientes y quieren, o lo hacen de forma poco adecuada. Esperan que los demás lo adivinen, y se sienten mal cuando necesitan algo y los otros no les responden. ¿Esperas que tu pareja haga lo que deseas porque ya “debería saberlo”?
• Se dejan dominar por los demás porque creen que tienen razón o por temor a que se ofendan.
• Permiten que los otros las involucren en situaciones que no son de su agrado.
• Suelen callar o hablar con voz baja e insegura, mostrarse nerviosas y evitar el contacto ocular, mostrando así su incomodidad al relacionarse con otras personas.
• No se atreven a rechazar peticiones o se sienten culpables al hacerlo.
• Piensan que necesitan ser apreciadas por todos y creen que, si dejan de mostrarse sumisas, no obtendrán la aprobación de los demás, sin la cual se derrumba su autoestima condicional.
• No se atreven a defender sus derechos porque no se respetan lo suficiente a sí mismas y tienden a creer que los derechos de los demás son más importantes que los suyos.
• Se sienten obligadas a dar demasiadas explicaciones de lo que hacen o no hacen.
• Temen expresar sus sentimientos y deseos. En ocasiones, están tan acostumbradas a reprimirlos que no llegan a darse cuenta de ellos.
• No afrontan los conflictos.
• No se sienten dueñas de sus sentimientos, experimentando de vez en cuando “explosiones emocionales” que escapan de su control.
• Les molesta ser dependientes de otras personas pero no se atreven a romper esa dependencia.
• Adaptan excesivamente su comportamiento a las reglas y caprichos de otras personas y a lo que creen que los demás esperan de ellas.
¿O tiendes a la agresividad?
La agresividad es otra forma de conducta no-asertiva de carácter opuesto a la inhibición. Consiste en no respetar los derechos, sentimientos e intereses de los demás y, en su forma más extrema, incluye conductas como ofendernos, provocarlos o atacarlos.
Entre las características de las personas agresivas podemos citar las siguientes:
• Pueden mostrarse seguras de sí mismas, sinceras y directas, pero de forma inadecuada.
• Expresan sus emociones y opiniones de forma hostil, exigente o amenazadora.
• Toman cualquier conflicto o desacuerdo como un combate donde no hay más opción que ganar o perder, y creen que ceder es igual a perder.
• Confían demasiado en la eficacia de la imposición o de la violencia como métodos para resolver conflictos.
• No respetan suficientemente los derechos y sentimientos de los demás.
• No se sienten responsables de las consecuencias negativas que, a medio y largo plazo, tiene su comportamiento agresivo para los demás y para ellas mismas.
• Pueden sentirse bien en el momento en que se muestran hostiles, pero a medio o a largo plazo obtienen consecuencias muy negativas.
• Suelen justificar su agresividad en nombre de la sinceridad y la congruencia, pensando que su comportamiento es deseable porque son sinceras, dicen lo que piensan, etc.