Las estrategias de afrontamiento o coping son el conjunto de esfuerzos conductuales, cognitivos y emocionales que llevamos a cabo cuando nos encontramos en una situación que valoramos como estresante. El objetivo de las estrategias es minimizar o eliminar dicho estrés.

El uso de un tipo de estrategia o de otro dependerá de factores como la personalidad, el tipo de situación estresante, los recursos sociales y personales con los que contamos, el entorno social y cultural, etc. Están muy vinculadas a la calidad de vida, y a grandes rasgos las estrategias de afrontamiento puede estar orientadas:

a) A la acción: nos involucramos activamente en la situación estresante para disminuir o eliminar en la medida de lo posible el estrés que provoca. Formamos parte de la solución. Las estrategias dirigidas a la acción son:

  • La resolución de problemas: cuando luchamos por lo que queremos con firmeza, cuando elaboramos planes de acción y lo seguimos, nos enfrentamos de lleno al problema y vamos resolviendo las dificultades que van surgiendo en el camino.
  • La reestructuración cognitiva: quizás no podemos cambiar la situación y por tanto intentamos aceptarla. Nos planteamos otro punto de vista, volvemos a analizar la situación y nos convencemos de que podría ser peor.
  • Expresión de emociones: somos conscientes de las emociones y las dejamos aflorar. Reducimos la tensión sabiendo lo que sentimos y compartiéndolo.
  • Apoyo social: sabemos encontrar a alguien que nos escuche, compartimos cómo nos sentimos, dejamos que los amigos nos ayuden y pedimos consejo activamente.

b) No dirigidas a la acción: Reflejan la falta de implicación de la persona en la situación problemática. No se inician aquellas conductas y esfuerzos emocionales que aumentan la posibilidad de cambiar la situación y/o vivirla con menos sufrimiento. Este tipo de estrategias son:

  • Evitación de Problemas: Nos mantenemos como si no hubiera pasado nada, intentamos olvidar la situación, tratamos de no pensar en el problema, evitamos a la persona que nos provoca el problema o evitamos pensar qué podría hacer respecto a la situación-problema.
  • Pensamientos ansiosos: Esperamos un «milagro», fantaseamos en que ocurra algo que haga terminar el problema, deseamos que el problema no hubiera comenzado nunca, o creemos que si esperamos lo suficiente, las cosas se resolverán por sí solas.
  • Autocrítica: Vemos nuestra responsabilidad en la situación problema y nos autoinculpamos, nos criticamos y nos juzgamos sin compasión. Pero nos quedamos ahí, quietos y bloqueados, sin hacer nada más que menospreciarnos.
  • Retirada social: Nos aislamos, evitamos amigos y familia, no queremos ver a la gente; sobretodo con la intención de que los demás no sepan cómo me siento. Nos parece un agravio que alguien sepa nuestras vulnerabilidades.

En general, se considera que las estrategias dirigidas a la acción (conductual, cognitiva o emocional) son más adaptativas que las dirigidas a la no acción. A la larga, las estrategias dirigidas a evitar y a la no acción son bastante ineficaces para manejar las circunstancias vitales que a menudo son complejas.

El afrontamiento es un proceso vivo y cambiante. En algunas ocasiones nos convendrá afrontar directamente una situación y en otras ocasiones esperar, tener paciencia y hacerlo en otro momento más adecuado.

Las estrategias se consideran respuestas conscientes, y por tanto, si te observas y lo consideras necesario, son susceptibles de ser cambiadas por otras más adaptativas.

Que tengas una feliz semana!

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