Constantemente estamos tomando decisiones. En cada minuto de nuestra vida estamos tomando una decisión. Incluso cuando decidimos no decidir estamos decidiendo. Si uno se permite soñar despierto cinco minutos es una decisión.
Las elecciones importantes que se hacen en la vida normalmente están formadas por una o dos decisiones “originales” que tomamos en nuestra infancia y, después, por cientos de otras más pequeñas. Por ejemplo, alguien puede haber decidido, en los primeros años de su vida, no pasar vergüenza nunca; esta decisión se ve mantenida a lo largo de la vida por el aplazamiento y evitación continua de todas aquellas obligaciones en las que pudiera cometer un error o pasar por tonto.
Hay personas que tienen grandes dificultades para tomar cualquier decisión. Normalmente, esto se debe a que de pequeños fueron reprochados y criticados por sus elecciones, por lo que muy pronto decidieron que fueran los demás quienes tomaran las decisiones por ellos. El problema es que los demás no saben exactamente lo que uno quiere o necesita y, normalmente, tampoco les preocupa saberlo. Aún cuando la decisión inicial de no elegir tuviera razón de ser en su momento, más adelante se convierte, invariablemente, en un serio obstáculo en la evolución del individuo ya que hace de él un ser dependiente y, en cierto modo, desvalido. Ésa decisión inicial es ahora un traje pequeño. Remontarse al punto en que se tomó la decisión inicial puede representar el primer paso para deshacerla.
Aquí tienes una lista de decisiones tomadas hace mucho tiempo y que pueden hallarse en el fondo de tu falta de resolución actual:
- No sufrir más de una mínima cantidad de dolor.
- No cansarse ni trabajar demasiado, nunca.
- Todo debería ser fácil y sencillo.
- No debería conseguirse nada con facilidad, sino que habría que ganarlo todo con duro esfuerzo.
- No hacer nunca daño a nadie.
- No sentirse nunca culpable, de mal humor o en competencia con alguien.
- Castigar el placer.
- Gustar a todo el mundo y ser aceptado por todos.
- Tener siempre cuidado.
Si haces tu lista particular de decisiones originales puedes averiguar cuáles son; piensa en aquellas cosas que de modo característico evitas o aplazas. ¿Cómo empezó? ¿Cuándo fue la primera vez que notaste la evitación de algo? ¿Qué actitudes básicas, valores o creencias, influyen en ella? ¿Con qué persona importante de tu pasado se asocia la temprana decisión de aplazar un determinado tipo de obligación, experiencia o reto?
Harold Greenwald sugiere las siguientes reglas para superar una decisión original que antes tenía sentido, pero ahora nos provoca malestar y ya no compensa:
- Tener claro en qué consiste el problema actual: te gustaría cambiar o decidir hacer algo pero lo encuentras muy difícil.
- Examina la decisión del pasado (“original”) que pudo haber contribuido a crear este conflicto.
- Examina el contexto en que se desarrolló la decisión que parece hallarse debajo de tu problema actual. ¿Qué castigos o premios se barajaban entonces en torno tuyo que pudieron influenciarte en la decisión que tomaste?
- Examina las alternativas que existen a tu decisión original y la forma en la que la has desarrollado en estos años.
- Elije una nueva alternativa y decide ponerla en práctica. Se puede solucionar el problema actual aplicando esta nueva decisión.
- Recompénsate cada vez que tomes una decisión basada en esta nueva alternativa.
Aunque tengas problemas para remontarte y superar la decisión, no hay razón para desesperar. A continuación te mostramos ocho formas específicas de vencer la falta de resolución actual. Basta con que sepas qué es lo que deseas hacer y con que tengas presente que si evitas probablemente te sentirás peor. Elija, entre las siguientes, tres normas que le resulten de utilidad y llévelas a la práctica ahora mismo:
1. Acepta que puede resultar desagradable, pero es totalmente soportable. Normalmente, la decisión correcta resulta sólo un poco más difícil que la equivocada y a veces ni siquiera eso. Sin embargo, se debe afrontar la posibilidad de que tomar la decisión correcta sea, en efecto, desagradable. Qué es lo más desagradable que puede ocurrir si sigo aplazando? Determina, honradamente, el costo y el riesgo que puede representar seguir evitando.
2. Qué recompensas obtengo al no tomar decisiones o elegir siempre el camino más fácil. Por ejemplo, es posible que con ello evites sentir ansiedad o llamar la atención de los demás, o bien no tener que afrontar la posibilidad de un error. Es posible que tengas que renunciar a tu estado de malestar y depresión, y renunciar a la atención que puedas recibir por ello y tomar las riendas de tu vida.
3. Aumenta y exagera tu resistencia a la acción. Exagera e intensifica cualquier actividad que retrase tu decisión de empezar el trabajo. Si por la mañana te miras en el espejo retrasando el momento de ponerte en acción, prolonga esta actividad al máximo hasta que te aburras. Hasta que la idea de hacer tu responsabilidad sea atractiva.
4. Responsabilízate de cada aplazamiento que hagas. Tú eres el único responsable de estar evitando hacer lo que te conviene; eso sí, no te desvalorices por ello.
5. Decide ahora si quieres abandonar el hábito de la evitación y ponte una fecha para ponerlo en práctica.
6. Utiliza estas normas para resolver de forma inmediata situaciones poco importantes:
– Elije el norte o el oeste antes que el sur o el este.
– Elije la derecha en lugar de la izquierda.
– Elije lo que presente menos complicación.
– Elije lo que sea verde, lo más pesado, etc.
– Elije el que tenga más letras.
– Elije lo que esté más cerca o lo que lleve menos tiempo.
– Elije el que figure primero en el alfabeto.
7. Aprende de las tareas que te resultan fáciles de realizar. Empieza de una forma gradual, imponiéndote metas pequeñas relacionadas con la tarea a cumplir. Por ejemplo, si vas a podar el césped, decide de antemano que llegarás hasta donde te permita el combustible de la podadora, empezando por los bordes de la hierba.
8. Acaba las cosas. Procura no empezar un trabajo nuevo hasta que no hayas terminado lo que tienes entre manos. La experiencia de acabar algo es una de las más gratificantes y que más ayuda en nuestra confianza para seguir tomando decisiones.